¿En dónde me quedé? Sí, ya lo recuerdo.
Después de hacer un breve
(¿breve?) receso por el blog, les comentaré lo que anduve haciendo. Pues bien,
creo que debo empezar con amígdalas, hipotálamo, sistema límbico... Ustedes se
estarán preguntando qué tiene que ver con mi investigación, pues ¿qué no se
trataba sobre Inteligencia emocional? (yo también me lo pregunté en su
momento) pero a partir de la lectura de Daniel Goleman sobre Inteligencia
Emocional pude observar que conocer el funcionamiento de las respuestas
emocionales te remite a reconocer la relación de éstas con las estructuras
biológicas tales como el sistema límbico donde se hallan o experimentan las
reacciones emocionales.
En el transcurso de la
lectura de Goleman descubrí que antes de él se encontraron dos teóricos
importantes que hicieron grandes aportaciones al estudio de la Inteligencia
emocional: Salovey
y Mayer. Así que una vez finalizada la lectura de Goleman continué con las
aportaciones de ambos sobre desarrollo e inteligencia emocional. Salovey y
Mayer fueron los autores que acuñaron el término Inteligencia emocional y con
ello su definición: «la habilidad de las personas para percibir (en uno mismo y
en los demás) y expresar las emociones de forma apropiada, la capacidad de usar
dicha información emocional para facilitar el pensamiento, de comprender y
razonar sobre las emociones y de regular las emociones en uno mismo y en los
demás».
A la par de esta revisión de
teoría continué realizando el último paso sobre recolección de datos
de mi investigación que fue la observación de clase. Aunque
la observación se realizó de forma inesperada para la profesora
ella se mostró muy disponible y accesible. Este paso fue de gran aportación
porque se logró extraer impresiones de los alumnos desde el ámbito real y se
pudo comparar con la visión de la maestra en su entrevista.
Hasta aquí el reporte sobre
lo teórico y lo práctico, en la siguiente entrada les presentaré el reporte de
la investigación.
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