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jueves, 26 de septiembre de 2013

Proyecto


Para empezar comento que la propuesta que me interesa investigar surgió a partir de la plática con una compañera de trabajo del área de Lectura, Expresión, Oral y Escrita hace algunas semanas. En esta plática ella me compartió una de sus clases. Una clase en la cual sus alumnos llegaron a expresarse de manera tan emotiva que todo el grupo terminara en un llanto interminable al grado de ser necesario que se tomará tiempo de las siguientes materias para finalizar lo que ahí se había generado. Entre expresiones de  dolor y tristeza, reflexiones y disculpas, todos los alumnos compartían sus experiencias sin miedo a que los demás los criticaran o se burlaran, mejor aún fueron ellos mismos quienes apoyaban o daban lecciones de vida que hacían que los demás entendieran o asimilaran sus tristezas.  Otras de sus experiencias en el ámbito docente, pero en particular por la que acabo de relatar fueron las que me generan curiosidad por conocer más acerca de su forma de desarrollar la competencia emocional en su práctica docente de Literatura.

Así pues una vez que he comentado de donde surge el tema para mi proyecto a continuación delimitaré algunos aspectos de la investigación que se pretende realizar.

 
 Ubicación
El estudio se realizará dentro de la asignatura de Lectura, Expresión, Oral y Escrita I, en el Centro de Bachillerato Industrial y de Servicios. El grupo a observar será el primer semestre grupo “A”, el cual cuenta con una matrícula de 41 alumnos, de los cuales 23 son mujeres y 18 hombres.
  Aspecto a estudiar
Partiendo de la revisión del programa de estudios de Bachillerato Tecnológico realizada en una entrada previa (véase Literatura en Bachillerato Tecnológico) se observó, por un lado, que los aspectos sobre Literatura a abordar en la materia son reducidos, casi nulos y, por otro, en el plan se busca el desarrollo de subcompetencias comunicativas aunque no se menciona el impulso de la competencia emocional. Por ello, en este estudio se pretende realizar un estudio en el grupo de educación Media Superior antes mencionado para observar de qué manera el docente de la materia de Lectura, Expresión, Oral y Escrita I implementa aspectos emocionales por medio de la literatura.
Cómo estudiar el caso
La metodología a seguir en esta investigación será a través de una serie de actividades:
 
1.      Revisión de antecedentes curriculares del profesor de la asignatura.
2.      Entrevista con el profesor de la asignatura.
3.      Revisión de planeación de clases del profesor.
4.      Observación de clase.
5.      Observación de participaciones orales de los alumnos.
6.       Entrevista a los alumnos sobre las actividades implementadas por el profesor.
7.      Recopilación de datos


Bibliografía
-    Goleman, Daniel. “Inteligencia emocional”.
-    Pablo Fernández-Berrocal, Desiree Ruiz Aranda. “La Inteligencia emocional en la Educación”. Electronic Journal of Research in Educational Psychology, vol. 6, núm. 15, septiembre, 2008, pp. 421-436, Universidad de Almería España
-    Petit, Michèl. “Leer y liar. Lectura y familia”. Ed. Lecturas sobre lecturas. México. 2005.
-    Chambers, Aidan. “Dime”. FCE. México. 2007.
 





Literatura en Bachillerato Tecnológico

Como ya lo había comentado anteriormente en una publicación mi experiencia en el ámbito de la enseñanza de la literatura no es muy amplia, sin embargo el tema es de gran atracción debido al acercamiento que he tenido con la lectura. Así pues, una manera de involucrarme y conocer más sobre este tema fue darme a la tarea de revisar un programa de estudio de Bachillerato Tecnológico.

Actualmente me encuentro laborando en un Bachillerato Tecnológico, en una zona semiurbana del  Estado, como se sabrá este tipo de subsistema atiende al “crecimiento de la población, las legítimas aspiraciones educativas de diversos sectores, el desarrollo de las tecnologías ” (Acuerdo 444, 2008) por lo cual el mapa curricular difiere de otros sistemas tales como Bachillerato o Educación Media Superior a Distancia. El propósito de presentar la ubicación del sistema es para aclarar que en esta modalidad no se oferta la asignatura que aquí nos atañe: Literatura; no obstante, al revisar el programa se pudo observar que la materia más a fin con la asignatura en cuestión es Lectura, Expresión, Oral y Escrita como a continuación se muestra en las competencias disciplinares a desarrollar de la asignatura:

1.      Identifica, ordena e interpreta las ideas, datos y conceptos explícitos e implícitos en un texto, considerando el contexto en el que se generó y en el que se recibe.

2.      Evalúa un texto mediante la comparación de su contenido con el de otros, en función de sus conocimientos previos y nuevos

3.      3. Plantea supuestos sobre los fenómenos naturales y culturales de su entorno con base en la consulta de diversas fuentes. 

4.      Produce textos con base en el uso normativo de la lengua, considerando la intención y situación comunicativa. 

5.      Expresa ideas y conceptos en composiciones coherentes y creativas, con introducciones, desarrollo y conclusiones claras. 

6.      Argumenta un punto de vista en público de manera precisa, coherente y creativa.

7.      Valora y describe el papel del arte, la literatura y los medios de comunicación en la recreación o la transformación de una cultura, teniendo en cuenta los propósitos comunicativos de distintos géneros. (las negritas son mías)

8.      Valora el pensamiento lógico en el proceso comunicativo en su vida cotidiana y académica. 

9.      Analiza y compara el origen, desarrollo y diversidad de los sistemas y medios de comunicación.

12.  Utiliza las tecnologías de la información y comunicación para investigar, resolver problemas, producir materiales y transmitir información.

(Acuerdo Secretarial 653: 2013)

Esta observación se confirma nuevamente con la perspectiva de aprendizaje que sigue la materia basada en competencias y el enfoque comunicativos de la lengua:

El enfoque comunicativo está dirigido al desarrollo de las competencias comunicativas, mismas que se adquieren mediante el uso y práctica de estrategias lingüísticas y extralingüísticas. De acuerdo con algunos estudiosos (Canale y Swain, 1980; Canale, 1983; Lomas, 1999) este enfoque se despliega en consonancia con las siguientes subcompetencias comunicativas: 

- Lingüística: Incluye la capacidad innata para hablar y el conocimiento gramatical de la lengua.

- Sociolingüística: Conocimiento de normas socioculturales en diferentes usos lingüísticos.

- Discusiva o textual: Conocimientos y habilidades para comprender y producir diferentes tipos de discursos.

- Estratégica: Dominio de recursos para resolver problemas surgidos en el intercambio comunicativo.

- Literaria: Conocimientos, habilidades y actitudes que permitan el uso y disfrute de textos literarios.

- Semiológica: Conocimiento, habilidades y actitudes que permiten la interpretación crítica de los usos y formas icono-verbales de los mensajes y de los medios de comunicación de masas.

(Acuerdo Secretarial 653: 2013)



Por un lado, es evidente que el énfasis está puesto hacia el ámbito de la comprensión, análisis, argumentación, producción de textos informativos, argumentativos, académicos dejando un espacio reducido al ámbito del texto literario. Si bien el porcentaje es reducido sería interesante conocer si el docente utiliza o no este tiempo para desarrollar dicha actividad; si lo utiliza, cómo lo explota al máximo o cómo se sirve de estrategias para involucra la Literatura lo mayor posible en los ámbitos que se abordan en la materia.

Por otro lado, se puede observar que en el programa se interesa en el desarrollo de distintas subcompetencias tales como la Lingüística, Sociolingüística, Discusiva, Estratégica y Semiológica pero no se encuentra sugerido el desarrollo de la competencia emocional, una actividad, que hoy en día, es necesario  implementar o rescatar en un mundo que cada vez se vuelve más ausente de los valores e insensible.


 

 

jueves, 19 de septiembre de 2013

EMOCIÓN Y LITERATURA

            "...hice incluso un botiquín de primeros auxilios, en un maletín de farmacia verdadero, en el que puse los pocos libros que me salvaron la vida.”
Phillipe Lefait

 
Un día el maestro se para en el aula y empiezas a leer un cuento, los alumnos se encontraban escuchando atentos. De repente, sin dar tiempo a un pequeño suspiro por lo que acababan de escuchar, el maestro comienza a bombardear con preguntas a los alumnos: “Tú, ¿cuál es tema del cuento? Tú ¿de qué trata el texto? Tú, ¿qué quiere decir el autor con tal parte del texto? Este tipo de prácticas solía ser muy común en algunas clases de literatura que impartí, probablemente debido a mi formación mucho más orientada al análisis del texto o tal vez porque a mí me habían enseñado de esa forma en el bachillerato. Pero no sería sino, hasta algunos años después, tras haber recibido una capacitación sobre Fomento a la lectura en niños y jóvenes que comenzaría a tener un acercamiento distinto con la literatura, el cual sería de gran ayuda para compartir de diferente manera las lecturas con los alumnos.  
 
Uno de los autores revisados en dicho curso sería la investigadora francesa Michèle Petit quien propone una visión del texto percibida no “como algo impuesto y sobre el cual se tendrá que rendir cuentas” sino “que el texto haya pasado por una verdadera apropiación” como un medio por el cual se pueda compartir emociones o bien la identificación del niño o joven con la lectura en relación con algún aspecto emotivo de su vida.  
 
En este sentido, después de haber visto el emotivo video del maestro Kanamori compartido la semana pasada en la clase de Pedagogía de la Literatura, recordé el efecto detonador de la lectura. Una lectura puede propiciar traer a escena emociones que pueden ser alegres o dolorosas y que el acercamiento a éstas por medio de una lectura cuestionada impedirá que el lector deje entrever la alegría o sufrimiento que le provoca y así reprimir su emoción. Sin embargo, cuando esta lectura es guiada por una conversación de contemplación y afinidad emocional puede ayudar a “...‘sacar’ elementos perturbadores […] ponerlos a contraluz[…], para observarlos y de esa manera tener algún un control sobre ellos” (Aidan Chambers, 2007). La lectura seguida por una plática de solidaridad puede ayudar al niño o joven a asimilar alguna tragedia o encontrar alivio por una pena pues un como dice Beatriz Robledo “un libro puede […] permitirles atravesar el umbral y saltar al otro lado” (citada por Michèle Petit, 2005).  
 
En este contexto quisiera compartir una experiencia con un grupo de niños de mi comunidad al cual les leía una vez por semana hace ya dos años. En este grupo asistía Migue, un niño de 8 años, en ese entonces, quien por aquellos días había sufrido la pérdida de su abuelita y en dos sesiones seguidas lo había embargado la tristeza. Para la tercera sesión había recordado un libro de Ron Brooks llamado Nana vieja así que lo leí. La lectura finalizó; algunos de los niños asistentes comentaban haber experimentado la pena de perder a su abuelo o abuela, pero Migue no dijo nada, he de decir que él era de los que siempre compartía o hablaba sobre las lecturas, pero esta vez sólo permanecía escuchando y asintiendo. Migue no dijo nada; sólo al final de la sesión me pidió prestado el libro para llevarlo a casa. A la siguiente semana Migue regresó con el libro. pero esta vez comenzó a relatar lo que hacía con su abuelita cuando era el mole en su pueblo, lo que hacían juntos en las fechas de Todos Santos y algunas otras experiencias que tuvo con su abuelita. Quiero pensar que este libro suscitó algo dentro de Migue que le permitió externalizar algunos emociones que necesitaba aliviar.  
 
Una vez que Migue y de los niños japoneses se abrieron a la posibilidad de compartir aquellas experiencias que guardaban y que necesitaban compartir para ver adelante, la lectura tomo otro papel no sólo de detonador sino también de “reparadora” (Michèle Petit, 2005) que sana y dice que es el momento de seguir adelante e impide que continúes enfrascado y arrastrando penas que deben ser comprendidas y asimiladas.  
 
Hoy en día, en una sociedad donde los niños y adolescentes viven distantes de espacios para expresar sus emociones y sentimientos, nosotros los maestros debemos buscar las formas para acercar a los jóvenes a las lecturas en las que puedan encontrar una voz de aliento y consuelo en su mundo.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Lectura en clase

A lo largo de mi experiencia como docente del área de Lectura, que no ha sido mucha, me he dado cuenta que al inicio mi forma de llevar mis clases caían en lo que siempre había criticado de cómo me habían enseñado a mí: lectura rápida, reportes de lectura de libros completos, descripción de la trama y personajes que intervienen.
 
No había recordado que este tipo de prácticas habían hecho que de alguna forma me vacunaran contra la lectura, pero siento que poco a poco he ido cambiando la dinámica de mis clases enfocándome no a la lectura aislada sino a la conversación de ésta en la cual puedo observar que el alumno comparte su visión de lo que está leyendo.
Aunque esto no ha sido fácil y continúo en la lucha por romper la tradición que vengo arrastrando, en este espacio me gustaría ir compartiendo algunas actividades que pueden ser de ayuda en nuestra labor. Algunas de éstas estarán enfocadas a la lectura que van por el rumbo de la conversación como lo plantea Aidan Chambers en su libro “Dime” y que siento que ha tenido buenos resultados en mis clases.
 
Por otro lado, en el ámbito de la construcción escrita, hay algunas actividades que han hecho que los alumnos elaboren algunos textos, tal vez no de gran extensión, pero que me permiten conocer sobre ellos y sobre algo que quieren compartir.

¡Holal!

¡Holal!
 
Antes de presentarme quisiera disculparme si notan algunas torpezas en mis publicaciones o comentarios, pero ésta es mi “primera vez” en este tipo de prácticas electrónicas así que de antemano disculpen y gracias.
Bueno, que puedo decir, soy licenciada en Lingüística Aplicada y actualmente soy docente en el área de lectura, pero en este momento no quisiera seguir hablando sobre mi ocupación, sino que me conocieran desde lo que ha sido un poco de mi historia con los libros y quisiera empezar con un nombre: Jazmín.
 
Ése era el nombre del libro que recuerdo que mi mamá leía en sus ratos libres y que algunas veces yo hojeaba sin que me veía. Tenía varios con similar portada pero nombre diferente. Luego fueron otros, cuentos clásicos de ilustraciones monas que mi mamá nos compró a mis hermanas y a mí de un catálogo de Avón o Fuller, no recuerdo cuál, pero que se convertirían en la manzana de la discordia porque todas queríamos leerlos y releerlos.

Ya en la primaria algunas historias que recuerdo de mis libros de lectura son “los dos que soñaron” y una de un señor, un niño y un burrito que nos leía mi hermana Blanca, cuatro años mayor que yo, y creo que fue cuando empecé a poner atención a mi libro de lecturas.

Para la época de la Secundaria y Bachillerato vendrían algunos libros de lectura obligatoria, pero uno que recuerdo con cariño es el primer libro que me compraron sin ser obligatorio sino sólo porque me lo sugirieron: “La muerte tiene permiso” y que todavía conservo, aunque ya casi despastado, pero que sigo releyendo. Así llegaría la universidad, una época en la cual tuve mucho tiempo para escaparme a conocer nuevos autores como Wilde, Zweig, Dostoievsky e Ibargüengoitia y que hasta la fecha siguen siendo mis favoritos.

Pues bien ésta es un poco de mi historia con la literatura, aunque ahora ya no gozo de tanto tiempo creo que este Curso de Didáctica de la Literatura me ayudará mucho tanto para seguir alimentando mi encuentro con libros como para compartir las nuevas experiencias con mis alumnos.